por Sebastián Antón Leonís

MIS RECUERDOS DE LA TRAVESIA A TABARCA

Sebastián Primer Organizador Travesía a Nado Tabarca Santa Pola

La ilusión de ir nadando a la isla, empezó sobre 1973, cuando conseguí nadar 1500 m. en la piscina de Santa Pola del Este, y fantaseaba, sin saber exactamente a que distancia estaba, con ir un día nadando a Tabarca.
Por prescripción facultativa tuve que seguir nadando, con más o menos continuidad, y de vez en cuando renovaba la intención de la travesía, pero sin un estudio real ni un proyecto serio.

A principios de los 90, conocí a Tano González, que por aquel entonces era Director de la Escuela Taller “Villa de Santa Pola”, y me contó que él había efectuado la travesía en solitario, saliendo desde la playa de Carlotti, acompañado por una pequeña embarcación, y que, con ciertas dificultades, había llegado bien. Eso rememoró mis ilusiones, pero no paso de ahí, ya que yo ya tenía 40 años, y aunque seguía nadando, no solía pasar de los 2000 m., y ya sabía que la distancia nadando a Tabarca no era exacta, ya que dependía del semicírculo que te obligase a efectuar el estado de la mar y la desorientación por la falta de visión, pero que rondaba de los 4000 a 6000 m.

Por aquel entonces, yo pertenecía al Club Ciclista, donde ayudaba a organizar las carreras, y solía dar la información a la prensa, de los eventos. Un día de mayo de 1996, se presentó en mi oficina Vicente Jaén, corresponsal de Tele Elx, para que le diese noticias sobre pruebas del Club Ciclista, y como no teníamos nada previsto, y quería sacármelo de encima, le dije que ya no estaba organizando ninguna salida ciclista, que ahora estaba proyectando la travesía a nado a Tabarca, y como suponía, se despidió, dio media vuelta y se fue. Solo que unos minutos más tarde, volvió con un cámara diciéndome que esa noticia le interesaba más, y que le informase. Ahora el que se había quedado sorprendido era yo, ya que me lo había inventado, y no tenia más previsión que la que había ido fantaseando en los últimos 20 años. No obstante, le dije que mi despacho no era sitio para hacer la entrevista, y nos dirigimos al paseo, junto al Polamar. Afortunadamente, en ese momento entraba Tano en el Ayuntamiento, le resumí lo que había pasado, y nos fuimos juntos a salir del paso. Le contamos lo que se nos ocurrió, y hasta dimos una fecha de salida, a finales de julio de ese año.
A partir de ese momento, todo lo que vivía en el mundo de los proyectos, fue pasando a la realidad: buscar participantes, organizar los entrenamientos, barcas de apoyo, comitiva de recepción a la llegada.

Grupo Primeras Travesía a Nado Tabarca Santa Pola

Conseguimos juntar a 9 nadadores, Tano engañó a Rosa Clement, su mujer, e hizo venir a su hermano Curro desde Zaragoza; del Ayuntamiento se unieron Andrés Sempere y Javier Gómez; Gaspar Garri que se unió por su iniciativa, y yo engañé también a Vicky, mi mujer, y a mi vecino Robert Mompó.

Excepto Tano, los demás no teníamos experiencia en el mar, en recorridos tan largos, normalmente practicábamos en piscina, así que tuvimos que reciclarnos y mentalizarnos de la nueva situación en el mar, ya que no conocíamos como afectaba la variante del oleaje, la flotabilidad y las corrientes, y a algunos nos daba miedo la profundidad del mar, la posibilidad de quedarnos solos, la inseguridad de nuestras fuerzas para llegar, y sobre todo los bichos, ya fuesen medusas, tiburones y demás ogros marinos.
 
Para los entrenamientos escogimos como punto de encuentro ” la cadena”, y siguiendo el litoral, la primera semana nadamos todos juntos hasta el espigón del quiosco de “Paqui”, unos 1500 m, ida y vuelta. No nos apartábamos mucho de la orilla, por si nos cansábamos, poder llegar al paseo y regresar caminando, la segunda ya fuimos hasta la Piscina de Santa Pola del Este, y cada semana alargábamos un espigón más, hasta el varadero de Vatasa. La última semana llegamos hasta el Ayuntamiento, pero solo ida. La distancia y condiciones nos parecían similares, y realizar este recorrido nos daba confianza en nuestras fuerzas físicas.
 
Al ser tan pocos participantes, no nos costó mucho encontrar las embarcaciones de apoyo. Loreto Serrano colaboró en la organización, comprometió a su hermano Pepito Serrano para que nos acompañase con su barca, gestionó la colaboración de la Cruz Roja, que por lo insólito de la prueba, aportó Francisco Blasco, el Presidente Local. Y a través del Ayuntamiento nos prestó la zodiac del Acuario, que llevaba mi hermano Esteban. A Javier lo acompañó su padre, y a Robert el suyo, con sus embarcaciones. Vicente Jaén consiguió la colaboración de un par de yates del Club Náutico, y también nos acompañó, haciendo un reportaje de la travesía.
 
Conforme se acercaba el día de la salida, el estómago se nos iba cerrando, nos pasábamos los días viendo qué tiempo se preveía, acudiendo al masajista por si teníamos una lesión en el hombro, pero los ánimos que nos daban los conocidos, nos hacían superar las inseguridades y nos quitaban de la cabeza el anular la prueba.
 
Con todo, un domingo de finales de julio de 1996, antes del amanecer, empezamos a ir apareciendo por la cadena. Íbamos muy despiertos, ya que la incertidumbre nos mantenían en tensión. En el encuentro nos besábamos y palmeábamos entre risas nerviosas, infundiéndonos ánimo, pero casi sin hablar, y como autómatas nos dirigimos al espigón de los entrenamientos, que ya tanto conocíamos. Vimos que las embarcaciones que estaban apalabradas iban apareciendo, y con el primer rayo de sol, nos lanzamos al agua, en dirección al puerto de Tabarca.
Posteriormente salí en 5 travesías más, pero como esa no recuerdo ninguna. Había un ambiente de compañerismo especial. Si alguno se retrasaba, dejábamos de nadar para esperarlo. En un par de ocasiones, nos paramos para ver el cabo, y valorar lo que estábamos haciendo. Bueno, todos excepto Tano y su hermano, que salvo en la salida, ya no los volvimos a ver. Luego nos enteramos que habían llegado antes de una hora y cuarto.
Especialmente espectacular fue la aproximación a la isla, se redujo la distancia al fondo, y empezamos a disfrutar de su belleza, el algar, la nitidez del agua, y los peces. El ir contemplándolo nos abstrajo del cansancio, y nos dio fuerza para llegar.
Nuestra inexperiencia hizo que nos dirigiésemos a la isla, sin concretar un punto apropiado, y terminamos en el espigón de poniente, a unos 500 m. del puerto, con lo que algunos salieron en ese punto, y Rosa y yo, nos esforzamos en nadar contracorriente, con las últimas fuerzas que nos quedaban, y con las palabras de apoyo de Tano, que ya estaba en una barca, en dirección a la meta.
Pero con todo conseguimos llegar, y aunque exhaustos, con esa alegría interior que se siente cuando se consigue algo que durante tantos años se ha añorado. Tardamos unas 2 h. y 45 min.
En el puerto nos esperaba Vicente Jaén, que difundió la noticia en los medios; el entonces Alcalde, Pascual Orts, que también nos acompañó en la travesía, y Loreto Serrano, que había apalabrado entre los hosteleros que nos agasajasen con un almuerzo, sobre todo a los que nos acompañaaron desinteresadamente en las embarcaciones, ya que nosotros, que teníamos la lengua salmuera, tan solo podíamos beber y comer melón.
 
LA SEGUNDA tuvo inicialmente un planteamiento más fácil, ya sabíamos lo que teníamos que hacer, y practicamente repetimos lo del año anterior.
Como la noticia se había difundido, ya contamos con 12 participantes, 5 del año anterior, 2 venidos de Madrid expresamente a la prueba, y que durmieron en una furgoneta, junto a “la cadena”, para no llegar tarde, y 5 nuevos fichajes.

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Pero la sorpresa fue que amaneció con temporal. Bajamos a la roca de salida, y el mar nos tiraba y arrastraba contra las rocas. Ante tal situación, 6 decidieron no tomar la salida, los otros 6 nos lanzamos al mar, por lo menos, si no llegábamos, nos desahogaríamos física y emocionalmente, a la vez que nos justificaríamos ante el despliegue de medios informativos y embarcaciones que había conseguido Vicente Jaén.
Al principio el mar era muy fuerte, pero íbamos avanzando. Ya no fuimos todos juntos contemplando el cabo, cada uno se engancho a la estela de la barca que lo acompañaba, Yo iba con mi primo Andrés, como el año anterior y los dos siguientes, él bromeaba diciendo que era mi sombra. Y entre tragos de agua, volteretas que nos daban las olas, y alguna que otra vomitada, fuimos alejándonos de la costa, y cuando ya parecía que no podíamos más, el parapeto de la isla menguo el oleaje, y a las 3 horas y 15 minutos logramos llegar. Esa vez sí que estábamos agotados, y encima, nos picó una medusa cerca del puerto. Javier Quesada fue el primero en llegar, en unas 2 h. y 15 min., y a continuación Maria del Mar, Javier Gómez, y un chaval que apareció medio durmiendo a la salida, se tiró al mar, y cuando llegó a Tabarca se quedó a comer con unos amigos. No supimos quién era, ni nada más de él.
 
LA TERCERA se celebró en 1998. Aunque no hubo convocatoria, participaron 57 nadadores, de ambos sexos, concluyendo la prueba 56. Ese año el mar estaba en calma total, recuerdo que fue un placer deslizarme por la superficie, hice mi mejor tiempo en unas 2 horas. Mi sombra, digo, mi primo Andrés, también.
Fue el año del debut de Chelo Botella, la mujer de Andrés, y repitieron Maria del Mar, Rosa y Vicky.
 

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La residencia de los participantes fue muy variada, predominantemente de la provincia, pero también franceses e ingleses. El número de santapoleros rondó la veintena. Los tiempos oscilaron entre 1 h. 5 min. y 3 horas. Se salió a las 7h. 30 min.

 
Ese incremento tan importante de nadadores planteo varios problemas, para la poca infraestructura organizativa con la que contábamos: el control era escaso, las embarcaciones de apoyo pocas, y las bocas para el almuerzo de llegada muchas.
Ante esta situación, y problemas de salud personales, dado el arraigo que había cogido la prueba, y para que no se perdiese, le planteé a la Concejal de Deportes, Maribel Rocamora, la conveniencia de que la organizase el Ayuntamiento, a lo que accedió, siendo la CUARTA, en 1999.
 
Se registraron 106 nadadores, aunque es posible que saliesen algunos descontrolados. A meta llegaron 86, con unos tiempos de 1 h. 9 min., a 3 h. 30 min., de ellos, 16 fueron mujeres, ostentando mejor tiempo la de 1 h. 18 min., y la peor en 3 h.
Se trasladó la prueba al 29 de agosto, la hora de salida fue a las 8 h. y participaron unos 30 santapoleros.
Ese año me había operado en marzo, y a penas tenía fuerza, gracias a que mi primo Andrés me permitió ser su sombra, y acompañarle en todo el trayecto, pude llegar en poco menos de 3 horas.
 

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LA QUINTA ediciín la organizó el Club de natación Alone, creado ese mismo año, a raíz de la acogida que iba teniendo la travesía entre los santapoleros, y con el propósito de instaurar la prueba como permanente en las actividades deportivas de la localidad, a la vez que reivindicar la construcción de una piscina climatizada en la población.
Se registraron más de 200 nadadores, y se dio la salida en el “Bancal de la Arena”, a las 7 h. 30min. de un 27 de agosto del 2000, pero a mitad de recorrido, y debido a un banco de medusas que impedía el paso de los nadadores, tuvo que ser suspendida y recoger a los participantes en las embarcaciones de custodia, ante el gran número de picaduras que se iban produciendo.
 

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Ese año iba junto a Vicky y Domingo Vidal, el agua era bastante transparente cerca de la isla, y de pronto apareció una barrera de pequeñas medusas, que dispuestas como tela de araña, cerraban toda posibilidad de flanquearlas sin que nos picasen. Domingo, que al ser marinero, estaba acostumbrado a que le picasen, nos dijo que no pasaba nada, que podíamos seguir, pero cuando nos recogió la embarcación, tenía el cuello y pecho hinchados.
 

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Todavía participé en la SEXTA, aunque ya no colaboré en la organización, sino como un nadador más.
Apenas recuerdo nada de ella, solo que me costo mucho llegar, iba solo, la corriente me desplazó hacia el cementerio, y se me cruzó la tabarquera de Alicante, la Kontiki, con lo que tuve que desviarme para que no me arrollase. Tardé más de dos horas y media.

AHORA, casi 12 años después de la primera salida, cuando veo la isla y pienso en ello, todavía me parece increíble, y se me pone un gusanillo en el estómago si pienso que lo podría volver a intentar, sensación que había perdido a partir de la 2a travesía.

 

Grupo Primeras Travesía a Nado Tabarca Santa Pola

 
Pero sigo recordando la 1a como la mejor, por la emociín de la novedad, el compañerismo entre los participantes, y la consecución del logro personal tantos años esperado. En fin, uno de los mejores recuerdos de mi vida.